Ya me cansa la noción repetida mil veces en las páginas de internet de que los nacionalistas españoles invaden y humillan a las demás naciones de España. Bueno, la realidad es que en España existe sólo una nación, y aunque políticos cobardes cedieron en 1978 a las presiones de los regionaistas para incluir las palabras nación y nacionalidad con significado distinto y sin embargo similar (de hecho tienen la misma raíz), desde el siglo 6 en España ha existido sólo una nación, que se transformó poco a poco, a través de sucesos históricos y sociales, pero nunca existieron naciones provinciales, aunque existiesen diferentes reinos en el actual territorio de España.
Sería tedioso repetir aquí lecciones sobre la historia del país, pero el resumen es que no existe el nacionalismo español, sino la nacionalidad española, y no existen las naciones vasca o catalana, sino otros tantos nacionalismos. ¿Y cuál es la diferencia? Bueno, los nacionalistas desean crear estados diferentes para crear después sus propias naciones, echando a los no nacionalistas de su hogar. La nación española la creó el estado visigodo hace quince siglos, y ahora son traidores los que niegan su propia nacionalidad para crear otra nueva, pensando que así serán libres y vivirán mejor. Son ignorantes, pues deberían conocer la historia de su propia nación: España comenzó a existir como nación sólo cuando los visigodos la independizaron de Roma por la fuerza, en el año 507. Era un pueblo pequeño que pronto se disolvió en la población hispanorromana, que ya vivía desde hacía mucho tiempo en el lugar que los visigodos acababan de conquistar. Estos adoptaron la lengua y la cultura de la población conquistada, y después de algunas décadas también adoptaron su religión, que era el factor que unía a todo el país. La religión siguió uniendo al pueblo durante la larga invasión de los islámicos, y de hecho eso, junto con la lengua y otros elementos culturales de menor rango, impidieron que la nación española pereciese bajo la catástrofe musulmana, al revés de lo que sucedió en otros países, como Egipto o Turquía. Unidos por la fe cristiana, los diversos reinos de España sobrevivieron y consiguieron expulsar a los musulmanes de nuestra tierra, y después los españoles conquistaron todo un continente, y al hacer eso recrearon España, y poco después, inventaron América.
Y ahora viene un presidente al que el pueblo nunca aceptó, pues se votó a su lista de candidatos menos que a ninguna otra en la historia de su partido en el marco de la así llamada democracia española, y por medio de pactos secretos con otros partidos minoritarios, echaron al gobierno de la lista más votada y crearon otro que tampoco resolverá nuestros problemas, sino que crearán otros nuevos, como ya Rodríguez Zapatero hizo antes. Ahora parece que el asunto más importante es desenterrar al Dictador Francisco Franco, en lugar de reducir el paro, rebajar la deuda nacional, o negociar su rebaja, como hizo Grecia (¡consiguieron una rebaja del 70%!), hacer desaparecer la corrupción en todos los niveles del Estado Español, elevar la ejemplaridad de las autoridades del gobierno, etcetera. Sí, de acuerdo en que la herencia que recibieron de Mariano Rajoy no es para tirar cohetes, porque entre otras cosas se trata de un estado a punto de romperse, aunque seríamos injustos si no reconociésemos que esa herencia ya cojeaba desde la administración de sus antecesores en la Presidencia de España, que cedieron lo que no era suyo, es decir, parte de la Soberanía Española, como las competencias sobre educación y policía, a los nacionalistas regionales, a cambio de apoyo parlamentario. De eso se deduce que les simportaba más mandar que favorecer al pueblo y al país. He ahí la demostración de que les importa un comino el bien de la nación, porque actúan sólo a favor de sus ideologías (¿de verdad necesito el plural aquí?)
La elección de Sánchez fue posible por los votos de PODEMOS y de los partidos independistas, que a pesar de tener pocos diputados en nuestro parlamento, juntos tienen más votos que el Partido Popular, que se quedó solo, como de costumbre. Este consiguió formar gobierno cuando tuvo más de 176 diputados, y también cuando los nacionalistas los ayudaron con sus votos en el parlamento. No obstante, nunca han dado sus favores por generosidad. Jordi Pujol, antiguo dirigente independentista, hizo que el Presidente Aznar dejase de controlar la educación en Cataluña, y después de veinte años ya hay suficientes jóvenes que creen las mentiras que los profesores nacionalistas les han ido inculcando, sobre todo la de que los malvados españoles conquistaron con derramamiento de sangre la amada patria catalana, y que hay que expulsarlos de su santo suelo. Por desgracia para esos nacionalistas catalanes y vascos, ninguna de esas patrias fue independiente en el pasado, y por lo tanto tienen que seguir mintiendo para exigir su independencia pues sus naciones las quieren crear ahora, y aunque siempre fueron territorios castellanos o aragoneses en el pasado. De hecho, en los tiempos modernos sólo Murcia fue una nación independiente, aunque durase sólo seis meses, desde julio de 1873 hasta enero de 1874. Sí, si uno excava un poco en la historia de España y de Murcia, es decir, lee los periódicos de aquella época, se encuentra la famosa rebelión seismesina. Durante ese tiempo hasta declararon la guerra a España y a Alemania, y pidieron a Estados Unidos que los aceptase como el 51º estado de su unión ¡veinte años antes de la Guerra de Cuba! Por desgracia para ellos el General Martinez Campos llegó al país independiente antes de que el Presidente de Estados Unidos, Ulysses Grant, tomase una decisión, y la independencia de Murcia terminó y sus independentistas huyeron al extranjero, igual que Puigdemont, pues fueron condenados a muerte.
Pero los murcianos de hoy en día pasan de esa anécdota (sangrienta sin embargo, porque hicieron la guerra y conquistaron algunas ciudades españolas próximas, como Hellín y Orihuela, y por desgracia algunas personas murieron), y nadie en su sano juicio pensaría pedir la independencia de España en nombre de esa anécdota histórica como autonomía histórica o territorio independiente.
Por otra parte, los nacionalistas siguen mintiendo cuando hablan del Conde de Barcelona, olvidando que quien ostenta ese título ahora es el Rey Felipe VI de España.
Por desgracia nuestro nuevo presidente no puede hacer mucho, pues debe su puesto a los nacionalistas, entre otros.
Pero ya he dicho suficiente sobre ese tema. Lo importante ahora es que los españoles aceptamos una ley con truco, y después la santificamos por medio de un nombre poco adecuado, Constitución. En realidad nadie nos explicó a nosotros, pueblo ignorante e ingenuo, lo que es una constitución. Según el artículo 16 de una declaración bastante reconocida en todo el mundo civilizado, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada en 1789 en París, Toda sociedad en que no están garantizados los derechos, y que la separación de poderes no está determinada, no tiene Constitución. Por eso se puede llamar a la ley de 1978 Carta Magna o lo que se quiera, pero no Constitución. Además, en su artículo 99 se dice que el Rey de España nombra Presidente del Gobierno a la persona que decida el parlamento, y eso certifica que ese nombre, Constitución, es sólo un apodo. Si los legisladores eligen al gobierno, ¿dónde está la separación de poderes?
Además es de notar que los españoles no votamos a personas, sino a listas de nombres de personas. Los dirigentes de los partidos políticos eligen a los que están en esas listas, de modo que los ciudadanos no pueden elegirlos directamente. Eso es una exigencia de fe en esos dirigentes de que escogerán a los hombres más capaces para el trabajo. Por desgracia eso no ha ocurrido en los cuarenta últimos años, y muchos elegidos mienten y abusan de su poder siempre que pueden. De modo impune, porque dice la constitución que para castigarlos hace falta un tribunal parte de cuyos jueces ha nombrado previamente el propio parlamento.
¿Puede acaso el pueblo, es decir nosotros, despedirlos? No, claro que no, por la simple razón de que nosotros no los hemos elegido, sino que el dirigente de su partido decidió quién era votable y quién no. De eso se puede deducir que sí, que no elegimos al Presidente Sánchez, pero tampoco a Rajoy, Zapatero, Aznar, González o al propio Suárez. Así que ¿por qué protestar ahora porque nadie eligió a Sánchez? ¡Nunca elegisteis, ingenuos, al presidente de España en toda vuestra historia! Y sabed que la causa está en que no sois demócratas, porque jamás habéis defendido la democracia. Y por eso nunca la tendréis, porque tener democracia exige mucho trabajo por crearla y después seguir trabajando todos los días para conservarla, porque nadie la regala.
El último gobierno franquista nos regaló la libertad individual, pero no la colectiva. La libertad colectiva no tolera que se monte un referéndum para votar una constitución que no se hizo en nombre del pueblo. Porque eso significa que el pueblo elegirá a los diputados en una lista donde cualquier persona tenga derecho a estar por elección individual. Esos diputados tendrán sólo una tarea: confeccionar una constitución que el pueblo después votará en referéndum, y si una proporción importante la aprueba, se convierte en Nuestra Constitución. Pero ese día todavía no vendrá a España ¡porque la mayor parte del pueblo cree que ya tenemos constitución!
Mientras tanto sufriremos a presidentes como estos seis que han llevado a nuestro país desde el 0% de paro y el 8ª puesto entre los países más ricos del mundo, al borde de la bancarrota. Pero nosotros, los españoles, votamos y votaremos nuestra ruina.
Y mientras políticos como los de ahora se seguirán cachondeando de todos vosotros cada vez que vais a votar porque hay que defender la democracia... Como si se supiera en España qué es la democracia o la defensa de algo valioso...