Y llegó el día en que sucedió nuestro congreso número 103. ¡No está mal para aquello de que el Esperanto no progresa! En la capital atlántica, en que disfrutamos del tiempo y compañía cálidos de los amigos esperantistas que volvimos a ver, si bien es cierto que no a los que ya no están con nosotros. No obstante, el Esperanto progresa. Aunque ya conocía la ciudad, mis visitas anteriores siempre fueron cortas. Pero conozco de siempre la canción de Amalia Rodríguez, Lisboa antigua:
El 27 de julio un amigo esperantista me acompañó a la capital portuguesa y tras un largo peregrinar por la enorme terminal conseguimos un taxi, que nos llevó a un hotel bastante lujoso, pero relativamente barato. Al día siguiente aprendimos a usar el metro lisboeta, y llegamos al local del Congreso, la Facultad de Derecho. Nos equivocamos de sitio, pero no estábamos solos, porque el presidente de UEA también estaba allí, sentado en la escalera cuando llegamos, hasta que le llamaron por teléfono y se fue a otro sitio. Lo seguimos y enseguida llegamos a la recepción de congresistas, el lugar exacto en que nos iba a dejar el taxista hasta que vimos una gran bandera con la palabra Esperanto, y le dijimos que nos dejara en donde no era.
Por primera vez en mi vida se me olvidó la tarjeta de congresista en casa, y tuvieron que buscarme en la lista, pero antes de que pudieran encontrarme, pedí que buscaran el número siguiente al de mi acompañante, pues nos habíamos apuntado al msmo tiempo. Ya con mi identificación encima, comencé a ver a los amigos, y a lamentar la ausencia de los que ya no están. En el pasado reciente yo tambén he faltado, y posiblemente faltaré en el futuro, pero es un placer volver a encontrar a los amigos, que conste. De hecho, ese es el mejor aspecto de los congresos universales del Esperanto. A menudo se quejan algunos de que es una actividad comercial de la empresa UEA, pero al verdadero esperantista le da igual eso, comprendiendo que esa contribución nuestra es lo que da lugar a que se realice el evento más importante de nuestro idioma en todo el mundo, para que se vea que el Esperanto existe, y que nos aprovecha a todos nosotros; y además, que somos protagonistas de este gran suceso en la historia de la humanidad, y por lo tanto del movimiento esperantista. Participemos si tenemos dinero, y no participemos si no lo tenemos, pero apoyemos estas iniciativa con sinceridad, y aprendamos sobre el mismo por medio de revistas como Cuadernos del Sur. Es evidente que participar cuesta dinero, pero ved que no hay sólo voluntarios que no cobran, sino que también hacen falta profesionales para que la cosa funcione bien. Y a estos hay que pagarles.
Un congreso universal es demasiado denso para contarlo con detalle, pero compartiré con vosotros mis impresiones personales de congresista sobre los actos en que participé. Como se sabe, a menudo ocurren varios a la vez, hasta siete, he contado; por eso tuve que elegir según mis preferencias. De hecho sólo la Feria Internacional y las Veladas Nacional e Internacional tuvieron lugar en solitario, como actos independientes, para que todos pudiésemos asistir.
En cuanto a la penúltima, la Velada Nacional, puedo decir que no fue la más brillante que presencié en mi vida como congresista. De hecho, me fui antes del final, por primera vez en mi vida. Demonios, ¿en Portugal no hay que ver otra cosa más que el fado? Pero al menos eso fue respetuoso con la audiencia. No puedo decir eso del concierto de un tal Plátano: me fui de la sala cuando oí canciones desagradables, como aquella en que él desea Mierda para el Esperanto. Se puede ser autocrítico sin perder el respeto a sí mismo y sobre todo a los que te están escuchando. En el otro extremo estuvo el concierto de Jomo, siempre tan respetuoso y amistoso, que nos invitó a subir al escenario para bailar con él y disfrutar del ambiente familiar y artístico invocados por sus maravillosas canciones e interpretación a la guitarra. Decenas de esperantistas aceptamos su invitación y acabamos llenos de sudor y felicidad a causa de ese momento tan mágico.
Desde hace varios congresos no formo parte del Coro Internacional, aunque comprendo que es todo un privilegio cantar en él; pero mi voz ha perdido fuerza con la edad, y también participar supone perder otros actos del CU, y siempre procuro asistir a todos los que puedo.
Como los que organiza el Servicio de Librería, en cuyo piso alto diversos autores presentaban sus libros y discos, como Miguel Bronstein en la foto de la izquierda. También nos dio un concierto, junto con Sergio el Terrible (que se sienta a su lado), y desde entonces los oigo en el disco compacto que les compré allí.
Mas aquella visita al Servicio de Libros no me salió gratis: allí recibí la noticia impactante de que mi casi amigo y compañero de debate Josef Ŝemer murió hace seis años, y yo sin enterarme. Sí, tenía que ser esa la causa por la que dejó de venir, el congresista constante... Paguémosle homenaje a él y a otros que conocimos en nuestros congresos, y que ya no van a venir más..., comprando el libro pleno de detalles reunidos con cuidado sobre nuestro compañero.
Es imposible contarlo todo, pero no quiero dejar de mencionar las reuniones temáticas, como esta de abajo, la del Colectivo Internacional Comunista Esperantista, dirigida por Dieter Rook, o las de ATEO o MEL, en cuya compañía pasé ratos tan agradables, y, de vez en cuando, aporté alguna idea.