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La página de Fernando Sor, |
por Jesús de las Heras Jiménez |
A la guitarra se le pueden poner muchos adjetivos: eléctrica, hawaiana, de jazz, portuguesa, turca, mejicana, etc., pero cuando se habla de la guitarra a secas, la guitarra por antonomasia, nos estamos incuestionablemente refiriendo a la guitarra a veces llamada española, puesto que en España tuvo su origen, igual que en aquel pequeño país de Gran Bretaña se originó lo que ahora se llama inglés.
Pues bien, a esta España del Medievo trajeron los árabes su cítara, que a lo largo de los siglos incontables manos fueron templando y transformando hasta que se llegó al instrumento que ahora todos nosotros conocemos, y que si bien parece ser que su nombre proviene de una vulgarización de cítara, otros dicen que viene de el colectivo acuñado para designar al conjunto de seis guitas o cuerdas (como aún se les llama ocasionalmente en algunos pueblos de Andalucía).
Tiene la guitarra un embrujo, un encanto que embarga a los espíritus sensibles el sonido meloso y cantarín de este instrumento, del que Gaspar Sanz dijo en el siglo XVII que no es dama de mírame y no me toques; embrujo que indudablemente sintió Fernando Sor cuando a finales del siglo XVIII oyó por primera vez a su padre interpretar algunas falsetas de aficionado en este instrumento. Todos los que de niños hemos pasado por esa experiencia, hemos sentido algo de nuestro espíritu removerse dentro de nosotros, enalteciéndonos con los mágicos sones de esas seis cuerdas que cuando eran de tripa eran guitas auténticas.
Fernando Sor ha pasado con su música la prueba del tiempo y del ostracismo a que le condenó la incomprensión de sus conciudadanos, pues mientras todos los sospechosos de colaborar con el ejército de Napoleón eran eliminados del acervo cultural de nuestro país, las obras de Fernando Sor se han seguido estudiando en nuestros conservatorios, entre otras razones porque tiene una calidad, ritmo y armonía únicas en nuestra historia y en la de muchos otros países de nuestro entorno.
Quizá se considere lo anterior algo exagerado, pero cuando se escuchan los sones de cualquier vals, cualquier minueto, o alguna de las grandes obras de Fernando Sor, como las dos sonatas de un tiempo (opus 14 y 15c), o las de varios movimientos (opus 22 y 25), o algunas de sus fantasías o conjuntos de variaciones (entre los que siempre se ha destacado la opus 9 porque el tema en cuestión era de Mozart, el aria O cara armonía, de Die Zauberflötte (la flauta mágica), en detrimento de otras hermosuras como la opus 16, que varían un hermoso tema de Giovanni Paisiello, la opus 27, El húsar amable, o el 28, variaciones sobre el canto popular Mambrú se fue a la guerra), cuando se oyen estas obras o algunas más que no cito, no puede uno reprimir uno el movimiento de quitarse el sombrero, o como los franceses, decir chapeau!
Cuando me interesé por las relaciones telemáticas y conocí el mundo de Internet, pensé que sería una forma estupenda de dar a conocer las obras de este español universal digitalizar sus obras completas y ponerlas a disposición de todos los guitarristas que acceden a la red. Así, me dije, podrán practicar y estudiar con un profesor que no se cansa jamás, y además barato.
Una de las cosas que comprende uno al aprender las obras de Sor —y aunque no las estudie, también se ve cuando se oyen a un buen guitarrista, aunque sea en disco, como Andrés Segovia— es que muchas de estas obras, si están bien tocadas, parece que suenan como si una orquesta las interpretara. Esa impresión me llevó a pensar que quizá Fernando Sor, por su elaborada forma de escribir para la guitarra, tenía en la mente más que un único instrumento, como sus coetáneos Mauro Giuliani o Fernando Carulli, una orquesta, la orquesta de la que nunca dispuso. Y a fuerza de experimentar, llegué a la conclusión de que algunas piezas sonaban aún mejor cuando se secuenciaban para un grupo de instrumentos, como el famoso adiós, que compuso para su amigo Vaccari, que he digitalizado para viola, oboe, banjo, saxos soprano y tenor, y guitarra. Juzgad vosotros si he acertado. La verdad es que la guitarra en la SoundBlaster 16 —que es la que tengo yo— es un instrumento de voz temblona no siempre agradable. Eso me ha llevado a experimentar con otros timbres, con resultados satisfactorios la mayor parte de las veces. Quizá haya puristas de la guitarra que me digan que eso no es correcto, pero yo les respondería que como el sonido de la guitarra no hay nada, pero el de la guitarra de madera que gime sobre mi muslo izquierdo, no la guitarra virtual que mi tarjeta o el aparato de alta fidelidad no es capaz de darme.
Y para ofrecer toda esta música, el vehículo perfecto es una página Web de Internet. Hay algunas ya sobre nuestro músico, pero o bien cobran dinero por acceder a los ficheros musicales, o bien tienen defectos que no me convencen, siendo el principal de ellos que no se respeta la armonía de la guitarra, e interpretan fielmente el papel pautado, es decir, lo que Sor escribió, pero no lo que quería expresar por medio de el papel pautado, que siempre es un pálido reflejo de lo que el guitarrista de verdad quiere interpretar. Más aún: si escrutamos las partituras de Fernando Sor, vemos que cometió innumerables faltas de ortografía desde un punto de vista musical: falta alguna alteración aquí y allá, alguna nota está fuera de su sitio, el aire falta en muchas de ellas, etc. Eso es, incuestionablemente, porque Fernando Sor escribía para músicos, no para aficionadillos a la guitarra. Para ésos estaban las obras de Giuliani, Aguado y otros, a los que tan ácidamente criticó en su famosa serie de obras que acabó en su opus 51 (Á la bonne heure!, es decir, ¡Por fin!)
La página en que presento la obra de Fernando Sor (que dista mucho todavía de estar completa, pero que iré completando poco a poco) no está escrita, sin embargo, en nuestro idioma español, ni en inglés —que muchos llaman lengua internacional, quizá porque no saben qué es lengua o internacional—, sino en Esperanto, para que se entienda en todo el mundo. Quizá os parezca esta afirmación sin sentido, pero os lo parecerá menos después de comparar un par de cuestiones lógicas y de sentido común: el tiempo en que se tarda en aprender una y otra lengua, y el nivel de comprensión real del inglés por parte de la comunidad internacional; y me remito a la prueba del análisis del porcentaje de mensajes que se pueden leer en Internet de autores que no tienen el inglés como lengua materna. La otra cuestión de sentido común es que mientras que el inglés se impone desde todos los planes de estudio, el Esperanto ha aguantado el envite de las instituciones oficiales de todos los países —encabezados por la Francia que ahora se lamenta del avance del inglés, no lo olvidemos— apoyado exclusivamente en medios privados de gente altruista y deseosa de comunicar con gente de otras culturas, que no siempre es la cultura de los poderosos. Eso merece una reflexión y un reconocimiento. Al igual que en el siglo pasado Fernando Sor y muchos otros tuvieron que abandonar su patria por creer en cosas tan modernas y necesarias hoy en día como la libertad, igualdad y fraternidad, los esperantistas de siempre han luchado a escala muy modesta y sin tener que exiliarse quizá, pero siempre luchando contra la incomprensión de aquellos que se suben al carro de los vencedores y que condenan a todo lo que no hace todo el mundo y que jamás se hubiesen subido al carro de Galileo, de Jesucristo (cuando era heroico hacerlo) o de Cristóbal Colón.
La página de Fernando Sor está en las direcciones http://storm.prohosting.com/jesuo/sor.htm, http://Esperanto.iespana.es/sor.htm, y http://www.geocities.com/Vienna/Strasse/3415 y si no domináis el Esperanto podéis acceder al curso sobre ese idioma en la página hermana de ésta en Prohost, Iespana y en Geocities. Es más que probable que en pocas horas seáis capaces de comprender todo lo que se dice en la página, por lo menos al nivel de poder indicarme los fallos, si encontráis alguno.
Quedáis todos invitados a escuchar las digitalizaciones que he ido haciendo de la obra de Fernando Sor (todas son mías, no he incluido ninguna de las otras que hay en la red).
Si podéis y queréis tocar algo a la guitarra junto conmigo, pulsad este enlace para afinar vuestra guitarra por la mía. :-)
Un saludo en Sor mayor,
Jesús de las Heras.