Esperanta versio
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Discurso de Luis Lázaro Zamenhoff ante el Primer Congreso de Esperanto, en Boulogne-sur-Mer

El 5 de agosto de 1905.

Estimadas señoras y señores!

Os saludo, queridos camaradas, hermanos y hermanas de la gran familia humana de todo el mundo, que habéis venido de países próximos y lejanos, de los diversos reinos del mundo, para daros la mano recíproca y fraternalmente en nombre de una gran idea que nos une a todos. Saludo también a la gloriosa tierra de Francia y a la hermosa ciudad de Boulogne-sur-Mer, que amablemente ofreció acoger a nuestro congreso. Expreso también mis gracias cordiales a las personas e instituciones de París, que al pasar por allí en mi venida a esta ciudad expresaron en mi persona su favor por la causa del Esperanto, en nombre del Ministro de Instrucción Pública, del Ayuntamiento de París, de la Liga Francesa de Educación y de muchos y diversos científicos eminentes.

Santo es para nosotros el día de hoy. Modesta es nuestra reunión; el mundo exterior no sabe mucho sobre ello, y las palabras que se hablan en nuestra reunión no vuelan telegráficamente a todas las ciudades y pueblos del mundo; no se reúnen los jefes de estado, ni ministros, para cambiar el mapa político del mundo, ni brillan las vestiduras de lujo y multitud de órdenes imponentes en nuestro salón, no resuenan los mosquetes alrededor de esta modesta casa en que nos encontramos; pero a través del aire de nuestro salón vuelan sonidos misteriosos, sonidos muy tenues, inaudibles al oído, pero detectados por cada alma sensible: es el sonido de algo grande que nace. Por el aire vuelan fantasmas misteriosos; los ojos no lo ven, pero el alma los siente; son imágenes del tiempo futuro, de un tiempo totalmente nuevo. Los fantasmas volarán por el mundo, se encarnarán y potenciarán, y nuestros hijos y nietos los verán, los sentirán y los disfrutarán.

En la más lejana antigüedad, tanto que hace mucho tiempo se perdió de la memoria de la humanidad y sobre lo que ninguna historia conserva el menor documento , la familia humana se desintegró y sus miembros dejaron de entenderse unos a otros. Los hermanos creados con el mismo modelo, hermanos que tenían todos un mismo cuerpo, igual espíritu, igual capacidad, los mismos ideales, el mismo Dios en el corazón, hermanos que debían ayudarse entre sí y trabajar juntos por la felicidad y gloria de su familia, esos hermanos se convirtieron en extraños, se separaron par siempre en grupúsculos enemigos, y entre ellos comenzó una guerra eterna. Al cabo de muchos milenios, al cabo del tiempo que recuerda la historia, esos hermanos batallan eternamente entre sí, y la comprensión mutua entre ellos es totalmente imposible. Los profetas y los poetas han soñado con el nebuloso tiempo en que los hombres de nuevo comenzarán a comprenderse entre sí y de nuevo formen una familia: pero eso es sólo un sueño ahora. Se habla de ello como de una dulce fantasía, pero nadie se lo ha tomado en serio, nadie lo ha creído.

Y ahora, por primera vez, el sueño de milenios comienza a realizarse. En la pequeña ciudad de la costa francesa se han reunido personas de las más diversas tierras y naciones, y no se reúnen sordos y mudos, sino que se comprenden el uno al otro, hablan el uno con el otro como hermanos, como miembros de una nación. A menudo coinciden personas de naciones diferentes y se comprenden; pero qué enorme diferencia hay entre su comprensión mutua y la nuestra. Allí se comprenden sólo una pequeña parte de los reunidos, que tienen la capacidad dedicar mucho tiempo y mucho dinero a aprender lenguas extranjeras, y los demás participan en cuerpo, pero no con su mente; pero en nuestra reunión nos entendemos todos los que queremos entendernos, y ni la poca riqueza ni falta de tiempo cierran a nadie los oídos a nuestras palabras. Allí la comprensión mutua se consigue de una forma anti natural, ofensiva e injusta, puesto que el miembro de una nación se siente humillado ante el miembro de otra nación, habla su lengua, avergonzando a la propia, balbuce, enrojece y se siente molesto ante su interlocutor, mientras que éste se siente fuerte y orgulloso; en nuestra reunión no existen naciones fuertes ni débiles, privilegiadas y desprivilegiadas, nadie se humilla, nadie se molesta; todos nosotros nos apoyamos en un fundamento neutral, todos tenemos los mismos derechos; todos nosotros nos sentimos miembros de una familia, y por primera vez en la historia humana nosotros, miembros de los pueblos más dispares, estamos unos junto a otros no como extranjeros, no como competidores, sino como hermanos que a pesar de no imponer la lengua al otro nos comprendemos recíprocamente, sin sospechar el uno del otro por una obscuridad que nos divida, nos queremos y nos estrechamos la mano sin hipocresía, como hacen los extraños, sino sinceramente, como se la deben estrechar los hombres. Comprendamos toda la importancia del día de hoy, puesto que hoy entre los muros anfitriones de Boulogne-sur-Mer no se han reunido franceses con ingleses, rusos con polacos, sino hombres con hombres. ¡Bendito este día, y grandes y gloriosas sean sus consecuencias!

Se reunieron hombres con hombres. Nos hemos reunido hoy para demostrar al mundo, con irrefutables hechos, lo que el mundo hasta ahora no quería creer. Mostraremos al mundo que la intercomprensión recíproca entre personas de distintas naciones es totalmente realizable, que para eso no es necesario en absoluto que un pueblo humille o absorba a otro, que las paredes entre los pueblos no son algo necesario ni eterno, que la comprensión mutua entre criaturas de la misma especie no es un sueño fantasioso, sino algo cuya aparición es totalmente natural, que debido a circunstancias lamentables y vergonzosas se ha retrasado demasiado tiempo, pero que más o menos temprano ha debido llegar y que al final ha llegado, que aún marcha con paso inseguro pero, una vez realizado, no se parará y pronto se impondrá en el mundo de tal manera que nuestros nietos no querrán creer que hubo un tiempo en que los hombres, los reyes del mundo, no se comprendían entre sí. Todo el que diga que una lengua neutral artificial no es posible, que vengan a nosotros, y se convencerán. Los que digan que los órganos fonadores de todos los pueblos son diferentes y por lo tanto los usuarios de esa lengua artificial no pueden entenderse entre sí, que vengan a nosotros y, si son personas honestas y no quieren mentir conscientemente, confesarán que se habían equivocado. Pasead los días próximos por las calles de Boulogne-sur-Mer, observad cómo se entienden entre sí los representantes de las más diversas naciones,preguntad a los esperantistas que os tropecéis cuánto tiempo o dinero cada uno de ellos dedicaron a aprender la lengua artificial, comparadlo con los enormes sacrificios que exige el aprendizaje de cualquier lengua natural, y, si sois honestos, id al mundo y repetid con voz fuerte: sí, la lengua artificial es totalmente posible, y la comprensión mutua de personas por medio de una lengua artificial no es sólo posible, sino incluso muy fácil. Es verdad que muchos de nosotros posee aún la lengua muy mal y balbuce en lugar de hablarla con fluidez; pero al comparar su balbuceo con el discurso perfectamente fluido de otras personas, todo observador consciente fácilmente comprenderá que la causa de semejante balbuceo reside no en la lengua, sino sólo en la falta de ejercicio de dichas personas.

Tras muchos milenios de recíproca sordomudez y guerra, ahora en Boulogne-sur-Mer comienza de hecho en gran medida la comprensión mutua y hermanamiento de miembros de diversos pueblos de la humanidad; y una vez que ha comenzado, jamás se detendrá, sino que irá hacia adelante siempre con más pujanza, hasta que las últimas sombras de la obscuridad eterna desaparezca del todo. Los días actuales en Boulogne-sur-Mer son muy importantes. ¡Benditos sean!

En el primer congreso de los esperantistas es necesario decir algunas palabras sobre los que han defendido hasta ahora nuestra causa. Pero antes de hablar sobre los luchadores especialmente esperantistas, me siento en el deber de deciros algunas palabras sobre un hombre que tiene un mérito muy grande en nuestra causa y al que desgraciadamente los esperantistas a menudo relacionan injustamente porque, a pesar de haber hecho mucho por la idea de una lengua internacional en general, no pertenece a los amigos de esta forma lingüística especial por la que todos nosotros luchamos. Hablo del muy estimable señor Johann Martin Schleyer, el autor de Volapuk. La forma lingüística por la que trabajó este anciano respetado, no se reveló buena, y la causa por la que luchó cayó pronto, y en su caída trajo gran perjuicio a nuestra idea en sí y principalmente a la forma especial por la que nosotros luchamos. Pero debemos ser justos, no debemos juzgar a una persona por su éxito o fracaso, sino por su trabajo. Y el trabajo y méritos del señor Schelyer fueron muy grandes. Con gran fervor trabajó por la idea de una lengua internacional durante muchos años; mientras que muchas personas daban sólo proyectos desnudos, él fue el primero que tuvo la suficiente paciencia para diseñar toda una lengua desde el comienzo hasta el fin (aunque el Esperanto ya estaba preparado, aún no estaba publicado), y no fue culpa suya que la lengua se revelase poco práctica. Fue el primero que por su trabajo incansable despertó el interés del mundo por la idea de una lengua neutral, y no fue culpa suya si la caída de su causa enfrió al mundo sobre toda clase de lengua artificial. Quiso hacer un gran bien, y para alcanzar ese bien él trabajó muchísimo y con fervor, y nosotros debemos considerarle no por su éxito, sino por su voluntad y trabajo. Si la idea de una lengua internacional alguna vez gana al mundo totalmente por igual, tanto si es bajo la forma del Esperanto o de otra lengua, el nombre de Schleyer ocupará siempre el lugar más honorable en la historia de nuestra idea, y este nombre el mundo nunca lo olvidará. Espero expresar la opinión de todos los participantes de este congreso al decir: ¡Expresamos nuestras gracias de corazón al señor Schleyer, el primero y más enérgico pionero de la idea de la lengua internacional neutral!

Ahora nos volvemos a los trabajadores específicamente esperantistas. No ha llegado todavía el momento de escribir la historia oficial de nuestra causa, y temo que podríamos cometer una injusticia pública con esta o aquella persona en la comparación de los méritos de los distintos luchadores. Por eso no nombraré a todos por separado, sino que a todos expreso mis gracias cordiales por su dedicación en nombre de todos los amigos del Esperanto.

Dieciocho años han pasado desde el día en que el Esperanto apareció en el mundo. No han sido fáciles esos dieciocho años. Ahora veo ante mí un enorme número de cálidos amigos del Esperanto, que representan en sí a casi todas las tierras del globo terráqueo, a casi todas las naciones del mundo, a todos los rangos, estados y clases de hombres. Muy grande y vasta es ya literatura, muchas son nuestras revistas, en todo el mundo tenemos ahora grupos y clubes esperantistas, y a ningún hombre ilustrado del mundo le es desconocido el nombre de nuestra causa. Cuando observo el estado brillante actual de nuestra causa, me acuerdo con emoción de los primeros pioneros que trabajaron por nuestro asunto en aquel tiempo desdichado, cuando encontrábamos en todas partes sólo burlas y persecuciones. Muchos de ellos aún viven y observan con alegría los frutos de su trabajo. Pero, ¡ay!, muchos de nuestros pioneros ya no viven. Dieciocho años es un espacio de tiempo muy grande. En este tiempo la muerte nos ha robado muchos de nuestros fervorosos camaradas. Citar todos los nombres sería un asunto imposible; nombraré sólo algunos de ellos.

El que primero nos dejó fue Leopoldo Einstein, el primer propagandista enérgico de nuestra causa; su muerte fue un gran golpe para nuestro asunto, especialmente para su propagación en Alemania. Después de su muerte se nos robó a José Wasniewski, el simpático y bien amado apóstol de nuestra causa en Polonia. Y unos años antes murió una persona a la que el Esperanto debe mucho, y sin la cual nuestra causa posiblemente ahora no existiría: hablo del inolvidable W. H. Trompeter. Sin hablar jamás de sí mismo, sin querer agradecimientos de ninguna clase, tomó sobre sus hombros todo el peso de la causa, cuando se encontraba en circunstancias muy difíciles. La mantuvo él solo hasta que el número de esperantistas se hizo lo suficientemente grande para mantenerla entre todos. ¡Cómo se alegraría si viese el estado actual de la causa!

Además de las tres personas nombradas, queda aún un gran número, enorme, de personas que han trabajado mucho por nuestra causa que no pudieron ver los frutos de su trabajo. Murieron en cuerpo, pero no murieron en nuestra memoria. Propongo, estimadas señoras y señores, que honremos su memoria poniéndonos en pie. A la sombra de todos los luchadores por el Esperanto ya fallecidos, el Primer Congreso de Esperanto expresa su respeto y saludo piadoso.

Pronto comenzarán las labores de nuestro congreso, dedicado a la verdadera hermandad de la humanidad. En ese momento solemne nuestro corazón está lleno de lago indefinido y misterioso, y siento el deseo de aliviar el corazón con una plegaria, volverme a la fuerza más alta e invocar su ayuda y bendición. Pero así como en el momento actual no soy nacional, sino sólo un hombre, así también siento que en este momento no pertenezco a ninguna facción nacional o religiosa, sino que soy sólo un hombre. Y en el momento actual se yergue ante mis ojos sólo esa Alta Fuerza Moral que siente en su corazón cada persona, y a esa Fuerza desconocida me vuelvo con mi plegaria:

A Ti, oh poderoso misterio incorpóreo,
fortísimo, que riges el mundo,
A Ti, gran fuente de amor y verdad
Y fuente de vida constante,
A Ti, al que todos presentan distinto,
pero al que todos igualmente sienten en el corazón,
A Ti, que crea, a Ti, que riges,
Hoy rezo yo.

A Ti no venimos con credo nacional,
con dogmas de ciego fervor:
Callan ahora todas las disputas religiosas
Y gobierna sólo un credo de corazón.
Con él, que está en todos por igual,
Con él, el más cierto, sin imposición bélica,
nos presentamos, hijos de toda la humanidad
ante tu altar.

Creaste a la humanidad perfecta y hermosa
pero se dividió en guerras,
El pueblo ataca al pueblo cruelmente,
el hermano al hermano ataca como un chacal,
¡oh, quienquiera que seas Tú, fuerte misterio,
escucha la voz de la oración sincera
devuelve la paz a la infancia
de la gran humanidad!

Hemos jurado trabajar, hemos jurado luchar
para volver a unir a la humanidad.
Apóyanos, Fuerza, no nos dejes caer,
pero déjanos vencer la barrera;
da tu bendición a nuestro trabajo,
da fuerza a nuestro fervor,
que siempre contra los ataques salvajes
nos sostenga el valor.

El verde estandarte muy alto tendremos:
él firma el bien y belleza.
La Fuerza misteriosa del mundo a nosotros bendecirá,
y alcanzaremos nuestro objetivo.
Entre los pueblos los muros destruiremos
y crujirán y se romperán con ruido
y caerán para siempre, y el amor y la verdad
comenzarán a reinar sobre la tierra.

L.L. Zamenhof

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Publicado por Jesuo de las Heras con WebEdit Profesional
Editado por última vez el miércoles 20 de agosto de 1997 a las 13:16:03.