Debo decir que no hay canciones del movimiento esperantista, afortunadamente, como comentaré después. En segundo lugar, veo que no hay tampoco temas musicales originales, como sí que había esperado yo. El ambiente que la música del disco evoca no es ni oriental ni occidental, sino una mezcla de ambos: abundan los coros a una sola voz, como es característico de la música oriental, pero hay un generoso acompañamiento de música máquina y popular, al estilo de Waldo de los Ríos, que como todos sabemos popularizó la música clásica a finales de los sesenta con semejantes y polémicas mezclas. En cuanto a los temas, están representados ampliamente compositores occidentales y orientales, si bien yo he echado de menos algunos africanos, que quizá no se hayan incluido por no reconocérseles por parte del público al que van dirigidos, que no es ciertamente el esperantista medio, sino el gran público. Los comentaré uno a uno:
La primera canción es multicultural, aunque a través de la grabación planea la sombra de Los planetas, de Holst, en la introducción. No es caprichoso que se llame este tema Astro Júpiter, como uno de los temas de la famosa suite. El segundo tema se llama Mistero numero kvin (misterio número cinco), pero el misterio no está ciertamente en los dos temas musicales, sacados de la sinfonía número cinco de Tchaikovski (a la que se refiere el título), sino en el mensaje que se canta en Esperanto (como todo el disco) y que aparece traducido en seis idiomas en el cuadernillo que acompaña al disco, misterio que habla de alegría sin risa, llanto sin lágrimas, quizá el divorcio entre cabeza y corazón... El segundo tema checoisquiano se confía por entero a la guitarra eléctrica distorsionada, pillada entre el misterioso canto coral y su repetición. La tercera canción está sacada de la célebre ópera Sadko de Nicolai Rimski-Korsakoff, como se reconoce en el título. Está introducida, a modo de estribillo villanciquero, por una voz barriobajera que dice Yes, I knew it!, a la que contesta otra voz en otro idioma, interrumpiéndose semejante diálogo de sordos por el coro que canta a Sadko en Esperanto: Mi volas esti maristo, la maro estas mistera... La cítara, uno de los instrumentos más emblemáticos de la cultura oriental, introduce la canción del Tirano, dando paso a un solo de piano que nos recuerda a Richard Clayderman, al que se le van sumando voces sintetizadas y naturales que claman contra la opresión del tirano a la que invitan a denunciar, estableciéndose un contraste muy agudo entre la música y la letra. Thais nos ofrece un tema de la ópera de Massenet que nos habla de unos ángeles con los que soñé. La sexta canción nos habla de Zamenhof, una referencia casi inexcusable en una grabación pioneramente dirigida al gran público. El solista, a mi juicio el del grupo Amplifiki, rinde un homenaje al creador del Esperanto; con los sones de aquella vieja canción llamada Hojas verdes, título muy apropiado para la ocasión. Luz (o sea, Lumo) se llama el motivo siguiente, que se pregunta por otras formas de vida bajo los sones del tercer movimiento de la Sinfonía desde el Nuevo Mundo, de Antonin Dvorak, tema que es el más brillante de dicha sinfonía, que sin embargo es más conocida por el primer movimiento, que es el de la morriña de su tierra natal; pero el tercero, en cambio, se abre al nuevo mundo, al porvenir, rindiendo un homenaje a lo que venga, como dice la letra: Ĉu aliajn formojn / havos la viv? La canción siguiente, la octava, se llama Universala Naturo, y bajo los sones de la Marcha de Pompa y Circunstancia número 1, de Edward Elgar (considerada como el verdadero himno de Inglaterra, pues el famoso God Save the Queen es en realidad el himno de la Reina y de la Commonwealth) establece que el hombre tiene el derecho a la vida, libertad y seguridad personal necesarias para seguir la invitación que se nos hace a continuación, de amar, observar y estudiar la naturaleza. La canción número 9 es un homenaje a Camilo de St. Saëns y al que éste rindió a la naturaleza con su Carnaval de los animales, cuyo tema El cisne (como indica el título de la canción, La cigno) sirve para declarar que es cruel matar a los pájaros, y que en su lugar debemos cazar canciones y encerrarlas en la jaula de nuestra audición. La rido, o sea, la risa, es la canción siguiente, que bajo los sones de lo que se ha dado en llamar el himno de Europa, que no es otra cosa que el famoso Himno de la libertad de Beethoven, que por la intemperancia de la censura de Metternich se rebautizó como himno de la alegría; se nos dice que todos necesitamos la risa como elemento de la vida; y para conseguirlo debemos todos aprender nuestro propio idioma y también el Esperanto para todos, como lingvo de l homaro. La última canción es la que da título al disco, Esperanto, y dice que los regalos y leyes nos pertenecen a todos porque los hemos heredado, y culmina con el canto de un coro de niños al Esperanto, invitando a todo el mundo a adoptarlo.
Lo más curioso del disco es que no figura por ningún lado el nombre de quienes lo han hecho, sólo el de la empresa que lo publica, Warner Española, que se ha hecho en Alemania, y que ha sido producido por ESPERANTO, que supongo que será una compañía creada ad hoc. Quizá se quiera dar a entender que el autor es todo el mundo...
Y no quisiera terminar esta descripción del disco sin contestar la cuestión que dejé planteada en el primer párrafo: afortunadamente no se trata de una grabación con temas típicos esperantistas, con himnos específicos, ni de lucha ni otras historias. Es un disco para el gran público, que seguro que Zamenhof hubiese aprobado. Sin embargo, creo que todo esperantista debería comprarlo para apoyar esta idea y que en un futuro se repita, pues, como me decía un amigo hace unos días, los que han hecho este disco han conseguido mucho más por la difusión del Esperanto que muchas otras personas durante años, con labor quizá más heroica, pero menos resultona.
Jesús de las Heras,
profesor de Guitarra Española
Correo 3 | Correos | Esperanto España |